En San Juan del Urucú, una comunidad campesina en Riberalta, Beni, gran parte de la población joven está dedicada a reforestar la tierra con plantaciones simultáneas de asaí, carambola, copoazú y cacao, entre otros. Barbarita Ayala es parte de este grupo que tiene la visión de que los productos que cosechan rompan las fronteras locales y lleguen a los grandes mercados de Bolivia.
A los 12 años Barbarita empezó a trabajar en los denominados sistemas agroforestales gracias al impulso y los conocimientos de su padre Manuel, ya fallecido. Esa actividad se concentra en brindar una nueva oportunidad a la tierra degradada-depredada mediante la replantación de diversas especies de granos, en este caso, aquellos de la amazonia.
“Si se muere una (planta), va a seguir la otra, y entre ellas se van a ayudar”. Son las palabras que le dejó su padre y que le permitieron continuar con la reforestación de “estilo bosque” y no por surcos, como suele hacerse con este tipo de siembra. Al igual que Barbarita existen al menos otros 63 productores que conforman la Asociación de Jóvenes Reforestadores en Acción (Ajora) de Riberalta. Trabajan con este tipo de actividad en cinco comunidades campesinas: Medio Monte, Nazareth, Bella Flor, San Ariel y San Juan del Urucú, y una indígena, Carmen Alto.
Como efecto de la agroforestación planificada, en el área donde la joven de 26 años trabaja confluyen imponentes las plantaciones de las cuales se obtienen granos tropicales como el cacao, copoazú, asaí y carambola. En el mismo sistema se hallan cajas de polinización aptas para el desarrollo de la apicultura. Según el cuidado que hagan de sus cultivos, los frutos, granos o miel serán de mayor calidad. Este propósito les implica contrarrestar los embates de la sequía, del fuego o de la inundación, además de podar constantemente y garantizar la provisión de agua para riego a través de la perforación de pozos o bombas instaladas en arroyos cercanos. La geología del suelo depredado, es uno de los problemas que enfrentan. “La semilla de altura tiene que ser sembrada en altura, la de bajío se da en altura, pero no se da bien”, comenta Barbarita respecto al cacao.
Barbarita Ayala
Luego de acabar parte de secundaria en Riberalta, ingresó a la Fundación Colonia Piraí (Santa Cruz) gracias a gestiones del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado. Allí finalizó el bachillerato y a la vez se tituló como técnico en agropecuaria. Es con todo ese saber acumulado y heredado que complementa la labor de Ajora, que no acaba con el cuidado e implementación de los sistemas agroforestales, sino con los productos finales que obtienen de las cosechas y que colocan en los mercados aledaños. Uno de los resultados con mayor potencial es la miel que obtienen de las abejas nativas que polinizan sus árboles. Cada producto envasado y con etiqueta, listo para su venta, se clasifica según sea procedencia, por ejemplo, de abejas-peto o abejas-señorita.
Barbarita explica que el énfasis de cultivo varía en cada comunidad según las posibilidades de los miembros de Ajora y las condiciones del suelo dañado. En ese permanente desafío es que los jóvenes suelen estar atentos a proyectos que se abran en su rubro, sin descuidar su actividad central de reforestación. Los más técnicos van capacitando a los nuevos en tanto que otros continúan bajo la mentoría de sus progenitores. Los mercados de Riberalta se abastecen con la miel envasada, frutas y granos que los jóvenes cosechan y colocan a la venta. No obstante, la visión de Ajora es incrementar su producción. “Nosotros queremos estar en todo el país”, afirma desafiante la joven productora. Gracias a su labor agroforestal, en San Juan del Urucú ha encontrado una actividad para “trabajar y permanecer en la comunidad”, junto a su madre que aún le enseña a hacer pasta de cacao, a su esposo y su pequeño William de seis años.
El proyecto Paisajes Sostenibles para la Amazonías (PASOS) de HELVETAS Swiss Intercooperation en Bolivia, apoya a productoras como Barbarita a fortalecer sus capacidades para de esta forma ampliar las oportunidades de llegada a mercados que aprecien y valoren los regalos que brinda la Madre Naturaleza.
Escrito por Mariana Pérez, comunicadora social, periodista y docente universitaria.
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