En la actual situación es importante reflexionar sobre los impactos diferenciados de la pandemia del coronavirus, el aislamiento y la posterior crisis económica en mujeres, niños y ancianos, a quienes colocará en situación de mayor vulnerabilidad.
Por: MARITZA PALIZA F.
RESPONSABLE EJES TRANSVERSALES, Helvetas Perú
Más allá de la clara evidencia de que el coronavirus está cobrando mayor porcentaje de víctimas entre personas mayores a 70 años a nivel global; es importante revisar nuestro contexto peruano, las brechas de género existentes y los roles tradicionales, para visibilizar que esta situación incrementará la actual vulnerabilidad de mujeres, niños y niñas.
No es ajeno para nadie que, de acuerdo a los tradicionales roles de género asignado a mujeres y hombres, el del “cuidado” – que abarca el cuidado de enfermos – mayoritaramente es asumido por las mujeres en el marco de los hogares, lo cual – independientemente de la edad – las coloca en una situación de mayor riesgo.
Cabe resaltar también, que este rol se ha extendido a la esfera pública. Si bien no es clara la distribución entre médicos y médicas, que posiblemente sea casi paritaria, evidentemente existe un mayor porcentaje de enfermeras y técnicas de salud mujeres, quienes están en la primera línea de atención a los enfermos y, consecuentemente, con mayor exposición y riesgo de contagio.
Nuevas rutinas se han generado a partir del aislamiento. Vemos a menudo (en los noticiarios), largas colas de mujeres para las compras de la familia o encargadas de aprovisionar de agua extra a sus familias, caminando entre el arenal o subiendo escalinatas interminables. No es menos preocupante la situación de aquellas mujeres, que continúan trabajando bajo la modalidad de teletrabajo que, además, asumen las labores domésticas de cuidado y seguimiento a las clases de los hijos.
Sin duda, son muchas las parejas que distribuyen equitativamente las labores del hogar; pero, por lo general, no es así y se pondrá – nuevamente – de manifiesto la asimetría en la distribución de las labores domésticas, o “trabajo no remunerado”, que recae en mujeres y niñas.
El Censo 2017 en Perú reveló que el 35% de los hogares son conducidos por mujeres y, de ellos, el 48% tienen como jefes de familia a mujeres menores de 20 años. Interpolando esta información con los datos del INEI, que destaca que 7 de cada 10 mujeres están en el sector informal en labores que generan ingresos día a día, el aislamiento las coloca a ellas y sus familias en situación de alta vulnerabilidad y pobreza.
El actual contexto de aislamiento, de limitaciones económicas, sobre carga de trabajo doméstico y estrés por la sumatoria de esos factores, más el temor al contagio, son detonantes que podrían desencadenar una mayor violencia doméstica. Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar del 2018 (ENDES), se evidenció que el 66% de mujeres peruanas han sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja (física, sicológica y/o económica). Esto podría incrementarse.
Es preocupante, también, la situación de vulnerabilidad de miles de niñas y niños que se encuentran en aislamiento con sus posibles agresores físicos y sexuales, lejos de familiares, amigos, profesores, que podrían servir de contensión. Frente a esto, queda apelar a la solidaridad de los vecinos para que den cuenta de estas situaciones al Ministerio de la Mujer y la Policía Nacional.
Sin duda, habrán mas implicancias de género a partir de estaa pandemia y el aislamiento. Por ello, es necesario que las medidas que se implementen, sean diferenciados por género. Un paso, en ese sentido, es la estrategia de dirigir a las mujeres el subsidio a hogares pobres.
Como sociedad, tenemos el reto de entender que los roles tradicionales de género incrementan la vulnerabilidad de mujeres, niñas y niños